Por: Psic. Clínica: Raquel Galeana Z. Moreno.
“La furia bien canalizada no es más que energía”. Mary
Valentis.
“La belleza, como el dolor, hace sufrir.” Thomas Mann,
escritor alemán.
“”Es asombroso cuan completo es el espejismo de que belleza
es bondad”. León Tolstoi, escritor ruso.
Hay mitos que parecen haber
surgido para dividir a las mujeres, hacerlas irreconciliables e incluso odiosas
unas a las otras. En la diferencia humana, la diversidad es riqueza, es el
esplendor de la naturaleza y la genética, sabemos que es imposible la igualdad
en términos biológicos, psíquicos o sociales, que si viviéramos en un mundo en
que unos cuantos prototipos fueran infinitamente clonados, sería de una
confusión y pobreza que nos da cierto horror. Cuando vemos un grupo de bailadoras con un arreglo idéntico, notamos la
perdida de la individualidad y el esfuerzo técnico y expresivo por resaltar de
entre el conjunto. Cada ser humano es
tan singular como su huella digital y ahí radica, en gran medida su valor y su
belleza, esa es su perfección primera, son los fallos o trastornos en su armonía, lo que nos conduce a denostar
de la siguiente verdad: Qué cada hombre o mujer, por el solo hecho de serlo, es
perfecto y valioso en y por sí mismo. De entre los mitos griegos hay uno que
resalta por su crueldad, el de Medusa, es
una adolescente que ignora todo el poder sensual que emana de su persona,
adornada por una hermosa cabellera, se dedica a la adoración de Atenea, Diosa de la sabiduría y la guerra, que
es al igual que sus feligresas, una
casta y hermosa virgen. Poseidón ve a Medusa
y se arrebata de deseo, dioses u hombres, la reacción es muy similar desde
que el mundo es mundo, pero de algo debe servir ser Dios, para por ej.: Concederse
los deseos o caprichos. Poseidón se transforma en un potente semental y a Medusa en yegua y la lleva a la gruta
de la Diosa y ahí la viola. Desde su templo y
tras su escudo, Atenea es testigo del vil
acto, no entra en defensa de su protegida, aunque el atropello a que es
sometida Medusa, la ofende doblemente; en su feminidad y al
profanar su espacio, pierde el control y ciega de ira, lo que nos recuerda: Belleza y
bondad no siempre van de la mano. Su furia, cae sobre la desdichada Medusa, que débil, ultrajada y dolida,
se queja humillada a su Diosa. Pero atención, Atenea no se ha encolerizado con el violador, sino con Medusa a quién ve con envidia, por ser su belleza la culpable de
excitar el deseo del Dios, implacable y violador. A sus ojos es ella, la víctima, la que provoca su propio mal. ¿No les resulta
familiar semejante reacción, exculpatoria y encubridora del comportamiento
masculino, cuando de delitos contra la integridad psíquica, social, sexual o
física de las mujeres se trata? No es nuevo bajo el sol, que las madres de
niñas y niños víctimas de abuso sexual dentro de la familia consanguínea o
política, nieguen los hechos aduciendo que es imposible, que los menores
mienten o inventan. Se vuelve una pregunta recurrente a los psicólogos, por
parte de las víctimas, el decir: ¿Por qué si mi mamá lo vio, lo supo, se lo
dije o lo tuvo que notar, no me ayudo? No existe una respuesta que pueda calmar
semejante dolor, a la manera de Medusa,
pasan de ser niñas amadas y protegidas, a ser rivales envidiadas. Así, sobre
las inocentes cae una doble desgracia, sufren la afrenta masculina y el castigo
femenino, pues Atenea, ataca la hermosura de Medusa, en ello vemos como en ocasiones: “La belleza como el
dolor, son causa de sufrimiento”. La Diosa convierte sus sedosos rizos, en
vivas serpientes venenosas, sus dientes en colmillos y su mirada en hipnótica,
cualquier hombre que en adelante se prende de sus ojos, se convertirá en
piedra, nunca más tendrá un hombre a sus pies. Atenea la ha castigado, será
eternamente un Monstruo. Sin embargo, sigue siendo hermosa y seductora, sus
curvas, su mirada subyugante, siguen fascinando a los hombres, que van quedando
convertidos en piedra en cuanto osan acercarse. Curiosa afinidad para con las
secuelas de victimas de agresión sexual,
siguen estando vivas, por lo cual continúan necesitando amor, compañía, sexo, pero
ya no lo pueden tener, los efectos del ataque, las petrifican a ellas. Si
atraen, rechazan, si alguien insiste lo bastante y se acerca, no hay respuesta,
no parece haber “nadie” dentro de ellas, el castigo sigue vigente, las víctimas
están condenadas a la soledad, atraen, las quieren amar… Y nunca “pueden”. Se
ha roto la sutil capacidad para confiar en otro ser humano, están heridas por
partida doble; lo masculino, ha dañado su sentimiento de integridad, física y
emocional. Lo femenino ha dañado incluso
su confianza en sí mismas, pues las culpabilizan de un crimen contra su propia
persona, lo cual resulta perverso, pues las induce a comprender, el atentado, como placentero, dado que es de
índole sexual. Un prejuicio que nos resulta conocido, pues está vigente en
nuestra cultura machista: “Todo lo sexual, es bueno, divertido, placentero y a
nadie se le niega”. Y todos sabemos que no es verdad, que la sexualidad y el
erotismo humanos, son una faceta delicada de nuestra historia de vida personal,
que en cuanto la armonía se rompe, la
confianza o el amor se dañan, el placer se arruina. A pesar de eso se
afirma de manera ligera: “La única mujer violada, es la que acaba muerta, pues
se defendió con su vida, todas las demás… Consintieron, así tengan 3 años o
90”. Lo que implica que Medusa es
culpable y merecedora única del castigo de la Diosa, que no conforme, cuando ve
que su poder femenino no ha desaparecido, sino que ha madurado, se ha vuelto
exquisito, pues la gruta en la que vive recluida se llena de estatuas de
hombres que no han resistido la tentación de probarse que pueden, no amar, sino
poseer por un instante a la vampiresa
oscura y hechicera en que se ha
convertido, Medusa. La complicada
criatura, mancillada por Poseidón,
castigada por Atenea y solitaria por circunstancia, se ha llenado de ira,
amargura y deseos de venganza, su veneno está activo y caerá contra cualquiera
que se acerque. Muchos la desean, otros la temen y algunos más la quieren
matar. Perseo es el encargado de acabar
con el Monstruo, muy astuto, precavido del poder hipnótico de su mirada, lleva
dos armas, un escudo que es un espejo y una espada, cuando la enfrenta, protegido por el espejo y guiado su brazo por Atenea, Medusa se contempla en el,
se espanta y petrifica ante su imagen, momento que aprovecha Perseo para
decapitarla, una versión del mito, afirma que estaba embarazada de Poseidón, por lo que su
sangre se dividió en dos, de una vía nació Pegaso, el caballo alado de la
creatividad, de la otra el gigante, Crisaor, el portador de la espada. Perseo
utilizo su cabeza para rescatar a su amada Andromeda, que subió al cielo y
formo una constelación de estrellas, posteriormente la regalo a Atenea, que
coloco la cabeza de su rival en su
escudo. Su venenosa cabellera siseaba al morir y dicen que su sonido inspiro en
Atenea la creación de la Música. Imagino que una vez muerta, el odio de Atenea
se mitiga, puede entonces inmortalizarla en su escudo y en el arte, pues ya es
del todo inofensiva. Todos estos
prodigios son el fruto de una víctima inocente e incomprendida, pues aun se
cuenta que la sangre de las serpientes, fue mitad veneno y mitad elixir sanador
y resucitador. No deja de sorprender que, como en la realidad mexicana, los verdaderos villanos de este mito,
Poseidón, Atenea y Perseo, salgan completamente impunes, no solo eso, sino con
sus respectivos trofeos: Poseidón sus
hijos; Pegaso y Crisaor. Atenea sin su enemiga, con un símbolo en su escudo y
su música. Perseo con su Andromeda en
el cielo. La sociedad con venenos y antídotos en una singular farmacia. Me pregunto si este mito no contendrá como mensaje
oculto, una apología del crimen, al fin y al cabo
todos los sobrevivientes; responsables, agresores y espectadores, que a manera
de público pasivo, parecen consentir o
disfrutar crueldades, salen ganando cuando consiguen por fin, derramar toda la
sangre de su víctima, que aun después de muerta sigue derrochando las gracias
que fueron su perdición; Belleza, viva en sus hijos, Pegaso y Crisaor. Talento, en la Música creada por Atenea.
Celeste; en la Constelación Andromeda. Bondad, en la extraña farmacia surgida
de su propio dolor y amargura. Femineidad y Magia, en su oscura belleza que ha
dado lugar a todas las Femme fatale que la han heredado, vampiresa oscura y
seductora, prometedora de placeres prohibidos, como a los que ella misma fue
sometida, en la dura escuela que es la vida.